Vacaciones en la aldea con los abuelos
"Salíamos de Ferrol, llegábamos a Irixoa y a partir de ese punto caminábamos por el monte hasta llegar al pueblo. Si teniamos suerte nos venía a recoger a caballo, esto era un lujo. Mi abuelo siempre tenía trabajo, y no tenía tiempo.
Mi padre agarraba un palo y lo ponía al hombro, llevaba la maleta -de madera- y comenzábamos la caminata. Si nos cansábamos, no parábamos, se hacía de noche de prisa. Era necesario apurar.
Cuando por fin llegábamos las habitaciones si teníamos otro invitado al lado, y si era día de fiesta, dormíamos amontonados, y eso sí, durante la noche siempre escuchábamos la fiesta que se montaban los ratones. Parecían un ejército.
Mis padres casi no nos veían, tenían que llegar y cuidar las vacas y sobre todo segar y segar, y segar... Mi abuelo me mandaba a cuidar las vacas -cosa que odiaba- les tenía miedo, eran tantas.. Se pasaba bien, pero eran vacaciones para trabajar. Mi padre como era carpintero, siempre tenía tarea. Siempre había algún desperfecto que arreglar atendiendo en la casa donde nació él, y la casa donde nació su mujer; lo que significada que en muchas ocasiones, estábamos divididos en casas diferentes.
Recuerdos de vacaciones de trabajo: trabajo, y más trabajo.
Pero muy gratificante.
Íbamos a las fiestas y lo pasábamos pipa. Eran todo un festín de comida y compañía. Nunca faltó la carne de oveja y un postre casero. Qué bien se pasaba bailando en el campo de la feria con todos los vecinos".
Alumna: Manuela Sánchez Vázquez
UNED Sénior A Coruña
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