Los séniores de la UNED-A Coruña

miércoles, 18 de noviembre de 2015

"Cómo me gustaría envejecer". Por Jaime Varela Gontad



"Ante todo tengo que decir que como hombre de fe cristiano, lo primero que te viene a la cabeza es aquello de “ya será lo que Dios quiera”, en alusión a que el Supremo Hacedor, sabe mejor que yo lo que verdaderamente mi espíritu necesita para su evolución terrenal en la última etapa de la vida.

Pero dicho esto, y para no intentar eludir la pregunta iré al tema en lo que concretamente se refiere a mi idea de envejecer.

Previamente tengo que decir que pienso varias cosas. Para poder envejecer no se puede morir joven, o sea, que aunque nuestra vida está en manos del Creador y por tanto moriremos cuando él lo disponga, nosotros tenemos el sagrado deber de cuidar de nuestro cuerpo y nuestro espíritu para poder llegar hasta la ancianidad (o hasta donde Dios quiera), en las mejores condiciones.

La ancianidad hay que prepararla a lo largo de toda la vida, no se hace de hoy para mañana. Y eso en todos los aspectos: económico, físico y espiritual.

La ancianidad es una etapa más de la vida, y posiblemente sea más interesante que las anteriores, yo así lo voy descubriendo día a día.

La ancianidad es personal e intransferible. Cada ser vive su propia ancianidad.

Al igual que las otras etapas de la vida, la ancianidad tiene su propio misterio, donde la persona nunca sabe lo que puede pasar en un momento determinado.

Mientras en las anteriores etapas de la vida siempre ves la ancianidad como un período de tiempo que vendrá “después” o más adelante; cuando se está en ella poco a poco vas tomando consciencia de que ya no hay ése “después”, no hay más etapas, y sólo queda un final llamado “muerte”.

Y así, según las creencias religiosas de cada uno, esa “transición” por llamarlo de alguna forma es esperada de distinta manera.

Unos lo esperan con esperanza, otros con miedo, y algunos con indiferencia, pero lo indudable es que cuando llegue, otra “misteriosa” etapa se abrirá ante nosotros.

Personalmente, para mí la muerte es un estado transitorio previo a la resurrección, de la que nos han hablado no sólo Jesucristo, sino también las religiones orientales.
En primer lugar, y aunque ya me he jubilado hace poco, creo que posiblemente esté entrando en la etapa de la ancianidad, pero de momento, casi no lo he notado, puesto que me mantengo y procuro mantenerme todo lo activo que puedo tanto física como mentalmente. Mientras no te miras al espejo y te ves las canas, piensas inconscientemente que eres el mismo de “siempre” y que estás como “siempre”.

Si he llegado a esta etapa de la vida, tengo que agradecer infinitamente a Dios en primer lugar; dar gracias también a mi esfuerzo y mi lucha diaria a lo largo de la vida, preparando, como dije antes, en las anteriores etapas la ancianidad. Y también, quiero dar las gracias a todas aquellas personas que Dios puso en mi camino para ayudarme, con las que te relacionas a lo largo de la vida y que también están ahí, interactuando contigo para que evoluciones.

Gracias también a mi familia, por haberme inculcado los valores cristianos.

Continúo aún preparándola de forma muy activa mientras la salud me lo permita, participando activamente en actividades de tipo cultural, intelectual y social. Para ello me he integrado en la UNED Sénior y en la Asociación "Consello de Maiores de Paderne".


Cuando Dios me dio la vida, me dio también un papel de una obra de teatro que debía representar: “MI VIDA”. Y me tocó representarla dentro del entorno familiar, local y social particular mío,que no fue fácil. También en un momento determinado de la historia, y no cualesquiera, sino uno muy concreto, en el que se desarrolló mi existencia.

Pues llego hasta aquí con la satisfacción y la tranquilidad que da el saber que dicha representación la realicé, y continúo realizando, de la mejor manera que pude y supe hacerlo, y siempre dentro de los límites de la moral cristiana.

He criado dos estupendos hijos, chico y chica, que ya caminan por la vida solos, incluso uno ya formó su propia familia y me dio dos estupendos nietos.

He podido, con la ayuda de Dios, construir un hogar digno, donde puedo vivir y descansar al lado de mi amada esposa hasta que Dios lo crea oportuno.

Por todo ello me siento en paz conmigo mismo, con Dios y con los que me rodean.


¿Que como quiero envejecer?


Pues sintiéndome igual que me siento ahora, en paz con todo y con todos, y en armonía con el cosmos.
Disfrutando a tope de cada momento que Dios nos da.
Ayudando dentro de lo posible a nuestros semejantes que lo estén pasando mal.
Disfrutando de la juventud que viene que son los nietos. Paseando y visitando lugares nunca vistos en compañía de mi querida esposa, mientras la salud nos lo permita a ambos.
Aprendiendo todas aquellas disciplinas que mi cuerpo y mente puedan recibir y asimilar para el engrandecimiento de mi alma. Llevando una vida lo más saludable posible en cuanto a la alimentación del cuerpo y del espíritu. Viviendo con mucha fe y con toda la esperanza de que soy capaz.


¿Y Luego?


Cuando el Supremo Hacedor considere que ha llegado el momento de marcharme, como persona cuadriculada que soy, he preparado concienzudamente a mi familia (esposa e hijos) para que hagan lo que tengan que hacer sin notar mi falta, de manera que se note lo menos posible que me he marchado.

Yo seguiré mi camino a donde quiera que vaya, espero que de la mano de Dios.

Todo lo aprendido en este planeta, todas las vivencias guardadas en algún sitio de la mente, y todas las personas que habré conocido a lo largo de mi existencia, suponen un bagaje enorme de conocimientos o, como dicen los ingleses know how, saber hacer, que no puede ni debería desaprovecharse perdiéndose en la infinitud del cosmos.

Yo tengo la firme esperanza que el creador ha de saber aprovechar esas vivencias de alguna manera, posiblemente, y ¿porqué no? guardándolas para dar vida con ello a una nueva existencia. Eso creo yo como hombre de fe que soy".



Jaime Varela Gontad


Alumno da UNED Sénior A Coruña en Paderne

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